Wednesday, December 07, 2005

Fuera de juego

¿Por qué no se había rebelado nunca?
En el campo de fútbol sacaba su genio, envuelto en la delicadeza de su juego.
Y antes lo había hecho en la cancha de baloncesto. Pero jamás en la vida cotidiana, allá donde realmente hacía falta.
Aunque solo fuera para ser una persona.
En el colegio, Antonio Millán, el Antonio de la Casa Azul, le había hecho la vida imposible. Palizas, puñetazos a traición, bofetadas vergonzosas, ropa desgarrada o libros rotos, humillaciones sin límite...Su vida infantil y preadolescente había sido un infierno, hasta que Antonio acabó siendo expulsado y se puso a trabajar antes de tiempo. De aquella etapa guardaba recuerdos espantosos, el miedo con el que iba al colegio cada día, las carreras para no tropezarse con su verdugo implacable, la soledad del corredor de fondo al que nadie podía ayudar, ni su mejor amigo Germán, porque Antonio también la emprendía con él si se entrometía. ¿Cuántas noches había llorado a solas en su habitación, masticando su orgullo para no decir nada en casa? ¿Cuántas veces le habían dicho que era tonto por ``perder´´ los libros una y otra vez o por volver con la ropa hecha trizas alegando que se había caído? Prefería que lo llamaran tonto a impotente o cobarde.
¿Había sido Antonio el responsable de que se refugiara en la pista de baloncesto una y otra vez?
No, de eso no, estaba seguro.
Pero para evitarlo se pasaba allí muchas horas, a la salida del colegio, practicando, encestando, ensayando jugadas desde que apenas si tenía ocho o nueve años de edad.
Ahora, con diecisiete, el mismo miedo que le inspiraba su eterno enemigo se lo producía su exacerbada timidez para con Claudia.
¿Por qué no podía decirle que la quería?
Lo intentó.
Fue como si las palabras no consiguieran encontrar un camino y se perdieran entre su mente y sus labios.
Por arriba estallaban como un castillo de fuegos artificiales: ``Claudia, te quiero, estoy enamorado de ti´´. En la garganta se le secaban y en los labios morían igual que vides secas. Lo peor era el dolor de estómago, la opresión en el pecho, el zumbido en las sienes.
Y la cara de idiota que acababa poniéndosele.
--¿Qué te pasa?
--Nada.
--Parecías contener la respiración -se lo hizo notar-. Estás pálido.
--¿Yo? No.
--Estás nervioso, ¿Verdad?
--Un poco -tuvo que admitir.
--Mamá dice que no sabe cómo aguantas toda esta presión.
``Claudia, te quiero, estoy enamorado de ti.´´
--Claudia...
--¿Qué?
¿Y si le decía que sí? Entonces se detendrían, se mirarían a los ojos, se besarían, se cogerían de la mano y echarían a andar otra vez, pero juntos para siempre.
Si le decía que sí.
Si la respuesta era no...
¿Por qué se complicaba la vida justo aquella semana? ¿Por qué no hacía más que pensar en ello? ¿Por qué no esperaba al lunes, o incluso al domingo por la noche?
Tenía que hacerlo antes...u olvidarse hasta mucho después.
Seguir siendo amigos.
El ``¿Qué?´´ de Claudia seguía flotando entre los dos.


--Fragmento del libro: ``Fuera de juego´´ de Jordi Sierra I Fabra.
Profundiza en los sentimientos de un joven a la hora de escoger su futuro:
Sus dudas y el temor a decepcionar a quienes esperan que sea una estrella del fútbol.

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